lunes, 25 de abril de 2011

sábado, 9 de abril de 2011

Dos canciones

En general no soy una persona que tenga una cosa favorita en algún campo semántico; por ejemplo no tengo un sólo grupo o género musical favorito tajante, que sea este el que aplasta a todos los demás, o un libro o no sé, colores o cosas semejantes. Sólo al equipo que le voy, y un par de ejemplos más que si puedo decir "¡estas dos sí que son!".


Se trata de un par de canciones, piezas o como le quieran llamar, pero esas dos son así mis más favoritas de todas las que hay, y eso que me gustan harto muchotas. Ambas, recuerdo, las escuché hace mucho tiempo, por separado, pero siempre se me quedaron re bien marcadas, el contexto en que las oí y demás cosas, además de que puedo decir que afortunadamente las he escuchado en vivo, el primer caso con sus verdaderos intérpretes, y el segundo de la manera en que se debe de escuchar, porque no se quien sea el autor, pero es una canción vieja y me imagino que de dominio público.



La primera de ellas es llamada "Hallowed be thy name" (Santificado sea tu Nombre) y es interpretada por Iron Maiden. Fue escrita por su fundador, el bajista Steve Harris y viene en su clasiquísimo album The Number of the Beast, de 1982.


Con esta calculo haber estado en la secundaria, y un día me subí al coche de un primo, que recuerdo era un Derby, y abrí la guantera. Tenía varios casettes, y entre ellos el del mencionado álbum. Lo puse para escucharlo, ya que pa ese entonces ya me había iniciado (aunque era mas neófito que ahora) en las satánicas artes de escuchar Heavy Metal.


No recuerdo bien si escuché varias canciones antes, pero lo que sí recuerdo es que en cuanto esta sonó, ora sí que me cautivó. Era así bien chingona, la rola perfecta, como debe de sonar el Metal. Desde la introducción lenta con campanazos y toda la onda, el modo en que va creciendo y las guitarras maidenianas, el ritmo perfecto... recuerdo que jamás se me olvidó ni se me ha olvidado. De esas veces que luego luego te clavas y dices "¡Es la onda, chingao!".


Muchas veces más me subí al coche estacionado para escuchar esa canción, y no me había aprendido el nombre, hasta que compré, años después, el Best of the Beast. Sabía que tenía que venir esa pieza, y dicho y hecho, es la que cierra, de manera magistral, ese compilado. Afodtunadamente fui a ver a la Doncella ahora que vino en marzo, y obviamente la tocaron. Una cosa más por la que me puedo ya morir tranquilo.







La otra la recuerdo todavía de más atrás en el tiempo. Se llama "Arriba Pichátaro" y recuerdo haberla oído algún día 4 de julio en el atrio de la iglesia de Acámbaro, Guanajuato, en tarde nublada y con las queridas mojigangas baile y baile. Es un son michoacano y, como dije, me imagino que es del Dominio Público, y es una obligada de cualquier banda de viento.


De esa me acuerdo que me transmitía -me transmite- como mucha alegría, mucho movimiento, mucha fiesta, y aderezada con las mojigangas, pues más. ¡Tan taraaan ta ta tá tata ta ta ta ta! Antes de los clasiquísimos redobles de la tarola. Casi casi que me saca las lágrimas de la emoción. Como también mencioné, no es de un solo intérprete, y afortunadamente la he escuchado en hartas fiestas en las que he estado, desde Año Nuevo Purépecha (¡y ahí con toritos de luces, no cabía de alegría en mí!) hasta la fiesta de Pejo, cumpleaños de mi abuelita (con banda y toda la onda), bodas y en muchos otros lugares. Definitvamente también es favorita.


También conozco, aunque de pasadita, Pichátaro. Es un pueblito, obviamente en Michoacán, muy pequeño, más o menos por Santa Clara del Cobre, si no mal recuerdo. La gente se dedica a la madera, y hasta el kiosko tiene esas hermosas columnas típicas de la región boscosa del purembe.




Acá dejo dos videos de la misma pieza. Uno en una versión con cuerdas, que cuando empiezan todos a bailar, se me pone chinita la piel de la emoción. Hasta hace poco conocí esa versión, pero tambien es muy bonita. El segundo es con banda de viento, y es peculiar esa grabación, pero vale la pena, y también -cómo no- hace sonreir. Es (¡¿Qué mejor?!) en el mismo atrio en el que la escuché por primera vez.


Y sí, tengo dos canciones favoritas que me emocionan sobremanera.