A mí tía Leonor, fuente inagotable de anécdotas.
-¿Cómo lo van a llamar? -Preguntó el sacerdote.
-Ugenio -respondieron los padres, con toda certeza.
-¡¿Ugenio?! ¡Así no lo puedo bautizar, ¡No "Ugenio", es con "e"!
-Lo que usté diga padrecito.
Ya un poco más grandecito, se escuchaba en el patio de la casa:
¡Esconé! ¡Esconecito, vente a comer!
Basado en una anécdota de tantas que se cuentan entre nuestros compatriotas mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos.