sábado, 20 de septiembre de 2008

Apuntes de la banca I

El rechinido que se escuchaba cada que se columpiaba, hacía saber lo oxidado que se encontraba.
En el interior todo se mecía rápida y estrepitosamente, en un alboroto casi caótico. Sin embargo, era justamente eso lo que le daba diversión al niño: el balanceo y el ruido, el cual, lejos de aturdir, creaba un acompasado sonido,el cual sugería música de esa que crea la ciudad -y que estimula el oído.
Con su manita infantil, y con una sonrisa dibujada en su rostro, el niño era feliz meciendo con fuerza un basurero en la Alameda.

EPÍLOGO.
El niño de pronto se fue corriendo, pero la música continuó hasta que poco a poco se desvaneció entre el ruido de los pájaros y el trinar de los motores.

No hay comentarios.: